El módulo de género comenzó a desarrollarse por primera vez en el año 2016 como parte de las temáticas o contenidos a trabajar con los futuros docentes en el contexto de las Experiencias Laborales (ELAB) de la Facultad de Filosofía y Humanidades y los talleres de Reflexión. Este módulo de aprendizaje se incorpora a partir de un estudio que analizó las percepciones de los estudiantes que cursaban la ELAB I, donde esta temática surgía como una demanda creciente por parte de los estudiantes, así como las orientaciones que comenzaban a surgir desde la política pública educativa a nivel escolar. En este contexto, desde la coordinación colegiada de ELAB de la Facultad, se decidió incorporar temáticas emergentes relacionadas con diversidad e inclusión en la formación de profesores y vincularlos, específicamente a los talleres de Reflexión dentro de la ELAB formalizándolo como un saber docente a desarrollar. El diseño del módulo fue construido por un grupo de académicos de la Facultad, quienes desarrollaron una propuesta formativa que vinculaba teoría de género con temas de diversidad sexual e igualdad de género al interior del aula.
El profesor Pablo Barrientos fue uno de los docentes que crearon el módulo destinado a resolver inquietudes en temáticas de género. Su formación académica se inicia con el pregrado de Pedagogía en Filosofía de la Universidad Alberto Hurtado (UAH) y continuó su especialización con el Magíster en Política Educativa, en la misma casa de estudios. Tiene 30 años, vivió en Concepción, estudió en un colegio mixto y jesuita. Confiesa que muchas de las experiencias que escucha de sus estudiantes ¿de pregrado o de los estudiantes escolares? dentro del sistema escolar, reviven en él sus propios recuerdos de aquella etapa en el colegio.
Hablamos con Pablo sobre las necesidades de crear este módulo de género, los desafíos que el proyecto exige, su relevancia social para la Universidad Alberto Hurtado y la importancia de éste en la formación de profesores en contexto escolar.
Siendo usted uno de los gestores de este módulo ¿De dónde nace su interés por las temáticas de género?
Desde la filosofía siempre me interesó pensar en la normalidad, es decir: cómo las sociedades se organizan en torno a ideas hegemónicas de lo que es normal. Luego, en el equipo de los coordinadores de ELAB conocí a Danitza Andrade, Coordinadora ELAB de Historia y Catalina Montenegro que en ese entonces era Coordinadora ELAB de Artes, ambas tenían estudios en género y con ellas presentamos a la Dirección de ELAB de la Facultad de Filosofía y Humanidades la propuesta de incluir un módulo con estas características y empecé a reflexionar sobre cómo estaba organizada la educación en torno a un currículum sesgado.
A veces los mismos profesores tenemos prácticas sexistas, que se reflejan en la desigualdad en los resultados y trayectorias académicas de hombres y mujeres. Me parece que es un tema fundamental, ya que para generar un cambio social más amplio se debe partir por la educación de género, eso es central. Mirando mi historia hacia atrás, en mi formación escolar empecé a conectar y a decir que efectivamente la estructura de la educación sigue siendo muy sesgada y sigue validando ciertas ideas más hegemónicas que no se cuestionan y que generan injusticias.
¿De qué manera surge la necesidad de crear este módulo de género?
Como profesionales del área nos fuimos convenciendo que las actuales generaciones de estudiantes estaban pensando estas temáticas. La necesidad partió desde inquietudes que surgieron en el pregrado, donde se percibía una carencia de los conocimientos relacionados con diversidad y su manejo en términos bien amplios. Sentían que no sabían cómo trabajar estos casos en ambientes de necesidades educativas especiales o qué pasaba con los estudiantes inmigrantes, ahora que han ido aumentando su población en los colegios. También, se preguntaban qué se hace en los colegios altamente vulnerables y apareció la curiosidad por la diversidad sexual en el aula. Una interrogante recurrente era: qué hago si me cuentan algo.
De eso hicimos este módulo. Primero, para estudiantes de pedagogía, después creamos un curso de verano que se ha dado dos veces. Recogiendo todas estas inquietudes en temáticas de inclusión decidimos elaborar un diplomado para seguir contactados con profesoras y profesores que trabajaran en esas áreas. En pregrado habíamos empezado el módulo de género y educación. Fue una propuesta que diseñamos con herramientas teóricas y prácticas. La idea era presentar contenidos relacionados con estudios de género en educación y una experiencia práctica para planificar en el aula.
¿Cómo han reaccionado los estudiantes frente a este nuevo módulo innovador y único?
En general, los alumnos de pregrado lo recibieron muy bien, había una buena sintonía con los temas. No era algo que les pareciera chocante. Salvo un par de estudiantes que podían tener algún preconcepto más conservador y que, tal vez, tenían más dudas o consultas, con más resistencia a los estudios de género, a la diversidad sexual en el contexto del colegio, etc. Pero en general fue muy buena la acogida. En la segunda versión de los cursos de verano para profesores, les pedimos que ellos pudieran pensar en sus contextos escolares y cómo podríamos ver que hay discriminación hacia la diversidad sexual o cómo veían que había sexismo en las prácticas de los colegios. Nos contaban, por ejemplo, que todavía existían colegios donde se pide a un colegio femenino que las niñas asistieran más arregladas de lo normal para el día que se bailaba cueca, porque tenían que recibir al colegio de hombres que venían a bailar con ellas. Una de las preconcepciones más comunes tiene que ver con el rol del hombre en la pareja.
¿Por qué es importante que exista este módulo de género en la formación de profesores?
Nosotros hemos buscado la existencia de otras instancias de este tipo y no encontramos mucho sobre formación de profesores en Chile. Tampoco hay ramos en pregrado de formación de profesores sobre estos temas. En las mallas curriculares no hace la relaciona entre educación y temáticas de género. Por ejemplo, cuando se presenta una bibliografía a un curso no se piensa en incluir autoras mujeres o temas de diversidad sexual. Suele presentarse el panorama más estándar del conocimiento que es segregador, porque no integra el aporte de mujeres o de personas de la diversidad sexual. Desde ahí y pensando en los estudiantes de pregrado que toman el módulo escucho muchas veces que dicen: nunca habíamos hablado sobre estos temas, otros declaran que es primera vez que pueden pensarlos desde la escuela, que es donde se viven estas inquietudes en el día a día y poder saber abordarlos es un gran aporte para ellos.
En el último módulo que realicé en Pedagogía en Música, una estudiante me dijo que para ella había sido terapéutico, ya que pudo ver cosas que habían pasado en su historia escolar y que ahora las podía ver de manera más clara como lo que eran: violencia de género. Después, ella misma quizó saber qué se puede hacer y qué aprender para cambiar estas conductas. Por eso yo considero potente y fundamental que, para los profesores que nos formamos en las universidades chilenas o en particular en la UAH podamos trabajar en el aula desde otra perspectiva, integrado las diferencias y abordando la equidad de género en el aula.
¿Cuáles son los desafíos que este módulo de género les exige para el futuro?
El 2016 viajamos a presentar este trabajo a un congreso en Córdova, Argentina. Muchas personas nos preguntaban cómo en una universidad católica nos habían permitido crear un curso de género y trabajar estos temas. La verdad es que hay mucho apoyo para desarrollar ideas como estas, por parte de universidad, ya que para nuestra casa de estudios es un valor. Lo que nos hace falta a nivel institucional es visibilizarlo más y poder compartirlo con la facultad de educación, por ejemplo. Poder presentar y ofrecer lo que estamos haciendo. Lo que más hemos hecho en este sentido es mantener contactos personales con gente de educación que nos han dicho: nosotros no tenemos esto que ustedes están haciendo allá. Sabemos que es una inquietud ahora y que los alumnos lo están planteando. Incluso, ahora la coyuntura va hacia una educación no sexista. Podría decir que uno de los desafíos es precisamente incluirlo como una reflexión más general en la formación de profesores. Poder juntarnos con gente de educación y crear más vínculos con nuestro equipo.
¿Cuál sería el valor de este módulo de género para la Universidad?
La universidad tiene un sello hacia la educación integral desde una perspectiva de justicia social. Las demandas por la inclusión y la equidad de género tienen que ver con demandas de justicia social y de reconocimiento. En ese sentido, el módulo forma parte del espíritu de la universidad.
Cabe destacar la importancia que tiene el trabajo de formación de profesores y género. Es incipiente en Chile y que acá, en esta universidad, se ha ido consolidando, primero, en un módulo de pregrado, después, con la creación de los cursos de verano y ahora con un módulo en el Diplomado en Inclusión Escolar en Contextos Vulnerables. Desde la reflexión sobre estos temas hemos entrado, por ejemplo, en los ámbitos de la pedagogía feminista que ha sido importante como eje que articula la reflexión sobre género, nuevas masculinidades y el rol del hombre en sociedades con cambios y cómo abordar eso desde la escuela.