Coordinador y estudiantes de ELAB Música participan en importante encuentro del Colegio Artístico Sol del Illimani

La actividad se realizó el pasado martes 7 de junio, con el objetivo de conocer la institución educativa que nació en 2014, luego de un acuerdo de alianza entre el grupo Inti-Illimani y la Municipalidad de La Florida, que ha dado como resultado un innovador proyecto educacional que cruza la música y las artes con el currículum obligatorio. Ubicada en la Villa O’Higgins de la comuna, la sede del proyecto es un lugar gratuito y abierto a la comunidad, que considera a la educación artística como núcleo central del saber.

Para Carlos Cisterna, coordinador de Experiencias Laborales (ELAB) Música, la idea es vincular la asignatura de ELAB con proyectos escolares de este tipo, dentro del aula. “Más allá de que el conjunto musical Inti Illimani sea una marca registrada, es importante también el contraste, porque muchas veces uno se enceguece, no ve salidas o no ve vinculaciones con el medio. En consecuencia, traer a los estudiantes a un modelo que sí resulta desde lo basal, puede cambiar la idea de lo que se creía imposible de realizar. Existen muchas escuelas de música, escuelas artísticas, pero lo importante acá es orientar la construcción de un sistema que dé fortaleza a estos procesos, porque si no es así, van a ser proyectos aislados, que no perdurarán en el tiempo”.

Al encuentro llegaron dos estudiantes de ELAB, David Avendaño y Leonardo Ruiz. Ambos son profesores en formación de la Universidad Alberto Hurtado que están realizando su práctica en el colegio San Ignacio de Alonso Ovalle, en Santiago Centro. Junto a Carlos Cisterna pudieron visitar la escuela, recorrer las instalaciones y conocer el desarrollo de esta historia en voz de uno de sus protagonistas, el músico César Jara, integrante del grupo Inti Illimani y profesor en educación musical de esta artística institución escolar.

La curiosidad por ver cómo funciona un proyecto educativo de este tipo este fue una de las principales motivaciones que tuvo David para asistir a esta actividad. Dice tener suerte, porque en el colegio donde trabaja se valora mucho el quehacer musical, “pero sé de experiencias de otros profesores que, por ejemplo, durante las vacaciones de verano han tenido que armar instrumentos, arreglar guitarras, comprar cuerdas o reparar flautas manualmente. Esas realidades son potentes. De repente, conocer un proyecto autogestionado como este, que empezó de cero, nos impulsa, pero también nos enfrenta a un panorama desolador que muchas veces uno encuentra en la educación pública”.      

Por su parte, Leonardo considera que es muy importante que “aquellas personas que están saliendo de una carrera, como es pedagogía en música, conozcan colegios de este tipo, debido a que se debe hacer mucha gestión cuando uno estudia artes o algo relacionado con las artes, ya que no se consideran como una prioridad; por lo tanto, el hecho de estar en esto abre camino a muchas ideas de lo que se puede hacer o trabajar. También comparto que hay varios colegios donde esta área es súper débil -por así decirlo-, pese a ser un aspecto fundamental para el desarrollo del ser humano. Pienso que mientras más experiencias como estas se tengan antes de salir al campo laboral, menos frustraciones habrá en el futuro”.

Asimismo César Jara, anfitrión de este encuentro, cree que las universidades tienen la misión de conectarse con los lugares donde los estudiantes van a tener que trabajar, “pero una experiencia no te va a mostrar el panorama completo; basta que un estudiante esté acá para que perciba lo importante que es el entorno y el territorio. Por eso nos interesa tener una política de puertas abiertas a quien quiera venir a conocernos. De hecho, hemos tenido buenas prácticas profesionales con algunas universidades para educación musical, por ejemplo, pero no así para educación en danza o clases de teatro. Entonces sí, ha sido un buen laboratorio para profesores, pero también nos interesa que se produzca un diálogo con la universidad y que no necesariamente sea el lugar en el que se hace la práctica y se retira al estudiante, sino que exista un diálogo de vuelta, donde, por ejemplo, los trabajos de tesis puedan realizarse en espacios reales”.

Para el profesor, un proyecto como este es replicable en la medida que se tiene una arquitectura y un equipo de gente que lo permita. “Es decir, si lo hemos podido hacer por el aval cultural que tiene el grupo Inti Illimani, ese aval no tiene que solo ser para sentirnos orgullosos, sino para salir de acá hacia otros lugares y realidades de nuestro país”.